“El pájaro no es como lo pintan”: La verdad sobre la muerte de Pedro Ureña

Por Santiago Ureña
Periodista e hijo del fallecido comunicador Pedro Ureña
Montecristi – En medio del dolor por la pérdida de mi padre, el periodista Pedro Ureña, he decidido investigar sobre lo que ocurrió el pasado 13 de septiembre en la sala de emergencias del Hospital Padre Fantino, en Montecristi, donde falleció a causa de una infecto fulminante.
Quiero dejar claro, desde mi rol de periodista y como hijo, que el Dr. Minaya —quien presta servicios en dicho centro de salud— brindó una atención oportuna al momento en que mi padre fue trasladado. Pese a los esfuerzos médicos, la muerte lo alcanzó de forma inevitable.
Un viaje con destino incierto
La historia comenzó el jueves 10 de septiembre, cuando mi padre se comunicó con su hija, Emelida Ureña, desde Montecristi, para informarle que había comprado un boleto en Caribe Tours con destino a Santo Domingo. Llegó a la capital al día siguiente, viernes 11, y fue recibido por su cuñada, con quien permaneció en su residencia.
Ese mismo día, debido a preocupaciones por su salud, Emelida contactó con Santiago Ureña quien se encontraba en EEUU quien contacto a la Dra. Santos, quien autorizó que se le llevaran para Aser los cheo médico quien dijo que no ibas para el medico.
El regreso
El sábado 13 de septiembre, mi hermano Lenin Ureña lo acompañó hasta la parada de Caribe Tours en Santo Domingo para su regreso a Montecristi. Tras más de seis horas de viaje, Pedro Ureña llegó visiblemente deteriorado. Apenas pisó Montecristi, fue llevado de inmediato a la sala de emergencias del hospital local.
Allí, el Dr. Minaya y su equipo actuaron con rapidez, pero la infección que padecía mi padre era tan agresiva que no pudo ser contenida. La muerte, lamentablemente, lo alcanzó.
Una despedida inesperada
Mi padre, Pedro Ureña, fue un hombre de principios, un comunicador comprometido con la verdad. Hoy, desde este espacio, honro su memoria aclarando que “el pájaro no es como lo pintan”: la verdad, aunque dolorosa, debe ser contada con respeto.